Más cadáveres sanguinolentos

Estamos enfermos. Somos adictos a los cadáveres exquisitos. Eso parece, porque por petición general decidimos volver a reírnos un poco con las inesperadas historias que construimos medio a ciegas medio a carcajadas.
En fin. Helos aquí:
Primer cadáver:

El cuerpo cayó por la ventana, evidenciando que le había matado.
Pues toda su piel estaba levantada y una expresión de terror permanecía en su rostro.
No había tenido intención de matarle l principo, a él ni a los otros, al resto de la gente del tren. Pero habían visto su crimen; y no podía dejarlos con vida.
Ahora tenía que huir y rápido, antes de que alguien más lo descubriera.
Sin embargo, ni siquiera tuvo tiempo para darse la vuelta antes de que todo explotase.
Y se le saltó el confeti a los ojos con tal fuerza que se los arrancó.
Para no seguir sintiendo esa sensación tan horrible.
Ya está. Me cortaré las venas y se acabará todo. Se- acabó...
Bueno, antes... creo que acabaré la pizza de champiñones.

Segundo cadáver:

Cuando terminó el cuadro, lo cubrió con una tela.
La tela erea blanca, de seda, comprada en Marruecos. La había comprado en uno de sus viajes a muy buen precio.
La verdad es que antes no comprendía del todo por qué se la había vendido aquel viejo mercader tan barata, pero ahora comprendía que debía de ser por el hechizo.
O quizá tan sólo quisiera deshacerse de ella. Pero no quería pensar en ello, que la idea del hechizo era menos inquietante.
Tardó mucho tiempo en llegar a una conclusión. Finalmente, se marchó con paso decidido.
Pero no le sirvió de mucho porque era paralítico y no podía andar.
Que desgraciado, exclamó. Cuando pille al tío que me cortó la médula espinal mientras dormía para matarme.
Le enviaré en una caja con las extremidades cortada hacia su casa, le enseñaré lo que es bueno.

Como se puede ver, el humor negro es el favorito en este grupo.
Aunque sospecho que lo es en todos.

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