Citas El gran Meaulnes

¿Qué pasó entonces en aquel corazón oscuro y salvaje? Me lo he preguntado muchas veces y sólo lo supe cuando fue demasiado tarde. ¿Remordimientos desconocidos? ¿Penas inexplicables? ¿Miedo de ver desvanecerse pronto entre sus manos aquella felicidad inaudita que tenía tan apretada? ¿Qué terrible tentación de arrojar irremediablemente por tierra, en seguida, la maravilla que había conquistado?
Agua

Pero un hombre que ha dado un salto al paraíso, ¿cómo podría acomodarse después a la vida de todo el mundo?
Elisa

Más cadáveres sanguinolentos

Estamos enfermos. Somos adictos a los cadáveres exquisitos. Eso parece, porque por petición general decidimos volver a reírnos un poco con las inesperadas historias que construimos medio a ciegas medio a carcajadas.
En fin. Helos aquí:
Primer cadáver:

El cuerpo cayó por la ventana, evidenciando que le había matado.
Pues toda su piel estaba levantada y una expresión de terror permanecía en su rostro.
No había tenido intención de matarle l principo, a él ni a los otros, al resto de la gente del tren. Pero habían visto su crimen; y no podía dejarlos con vida.
Ahora tenía que huir y rápido, antes de que alguien más lo descubriera.
Sin embargo, ni siquiera tuvo tiempo para darse la vuelta antes de que todo explotase.
Y se le saltó el confeti a los ojos con tal fuerza que se los arrancó.
Para no seguir sintiendo esa sensación tan horrible.
Ya está. Me cortaré las venas y se acabará todo. Se- acabó...
Bueno, antes... creo que acabaré la pizza de champiñones.

Segundo cadáver:

Cuando terminó el cuadro, lo cubrió con una tela.
La tela erea blanca, de seda, comprada en Marruecos. La había comprado en uno de sus viajes a muy buen precio.
La verdad es que antes no comprendía del todo por qué se la había vendido aquel viejo mercader tan barata, pero ahora comprendía que debía de ser por el hechizo.
O quizá tan sólo quisiera deshacerse de ella. Pero no quería pensar en ello, que la idea del hechizo era menos inquietante.
Tardó mucho tiempo en llegar a una conclusión. Finalmente, se marchó con paso decidido.
Pero no le sirvió de mucho porque era paralítico y no podía andar.
Que desgraciado, exclamó. Cuando pille al tío que me cortó la médula espinal mientras dormía para matarme.
Le enviaré en una caja con las extremidades cortada hacia su casa, le enseñaré lo que es bueno.

Como se puede ver, el humor negro es el favorito en este grupo.
Aunque sospecho que lo es en todos.

El gran Meaulnes, Alain Fourier

Varias notas sin spoilers sobre El gran Meaulnes tras nuestra reunión el lunes:
Es una novela que se vuelve más y más subyugante según se lee. De hecho, parece que la primera parte, hasta después de la fiesta mágica en el Dominio, no gusta a nadie. Eso sí, al final es sorprendente, todo encaja y nos damos cuenta de que se han nos hemos el mundo se ha vuelto adulto: amor y muerte, pasiones encendidas, fidelidad y honor, valentía, compromiso. Dolor.
También es novela de adolescencia. A las dos personas que hemos leído el prólogo nos ha parecido interesantísimo. Es un ensayo sobre la adolescencia que cuenta desde los ritos de paso de culturas indígenas hasta los rasgos más típicos de esta etapa de cambio, de crecimiento, de muerte a la infancia y nacimiento a la edad adulta. ¡Ah, cuánto duraba un mes cuando éramos pequeños!
La relación del narrador con Meaulnes (que se pronuncia /mol/) no nos parece de amistad, si somos sinceros. Es una admiración absoluta del narrador hacia el idealizado Meaulnes que a algunos parece incluso engreído. Pero no, no a todos. Nos parece independiente, con carácter, muy apasionado, íntegro y fiel. Por fidelidad a una promesa, mira lo que pasa.
¿Y el amor en esta novela? ¿Es amor? Esa idealización enorme, ese flechazo que hace que en un instante a través de la mirada dos jóvenes se prometan amor eterno y que, sin verse durante años, sean fieles a esa promesa porque la vida no es vida sin el otro, todo eso, ¿es amor?
¿Es real el amor de Meaulnes? Creemos que sí. Que al menos como obsesión es posible. Que hay gente que se enamora de actores o cantantes (bulo hubo de que Justin Biever, a quien vamos a anatemizar en este taller, tenía cáncer y, en un instante, 2000 jóvenes en todo el mundo se raparon la cabeza, pero eso es más bien ser gilipollas, claro), o de alguien que han visto una vez por la calle. Otra cosa es que dure tanto. Lo romántico, ¿no es también la forma de contarlo, la mirada sobre esa historia, sobre ese amor?
Y esto nos lleva de pleno al siguiente bloque temático, el TÚ.

Cadáveres exquisitos


¡Surrealismo!
Si algo se puede asegurar de los surrealistas es que sabían cómo pasárselo bien.
¡Libertad, rabia, desmadre, juego, imaginación!
Uno de los juegos favoritos de los surrealistas fue el de Cadáveres exquisitos. Los surrealistas intentaban crear con espontaneidad absoluta. Freud ya había revolucionado la Historia al descubrir que, de nosotros, sólo conocemos la parte más superficial y que, abajo, siempre abajo, se mueve un magma de vivencias inconscientes que, sin que lo sepamos, determinan nuestra conducta y nuestra existencia. Los surrealistas creyeron -creen; creemos- que en el subconsciente hay un yacimiento de creatividad y belleza que es un placer explorar.

En el taller jugamos a Cadáveres exquisitos. El sistema es que el primer escritor o escritora escribe un verso o línea. El siguiente continúa, pero el tercero sólo puede leer el segundo verso, y la cuarta el tercero y así sucesivamente.

Estos dos cadáveres son los mejores y con los que más nos reímos. Porque las risas eran incontenibles y crecientes, seriamente os lo digo.

Cadáver ganador:

Había un chico rubio y uno moreno.
Los dos eran muy guapos.
Altos, confiados, pero también unos cretinos.
Unos sanguinarios e hipócritas asesinos.
Aquellos que ya se habían cobrado las vidas de inocentes. Los campos franceses habían sido regados con la sangre de los revolucionarios. Tan jóvenes todos, pero habían muerto por traer cambios, por sus compañeros y por sus ideas.
Los belgas habían arrasado todo. Sólo quedaban los cuerpos franceses y su sangre regando el campo.
Quién lo iba a decir.

Accésit:

La luna me derribó en el camino.
Al menos así me sentí yo, como cayendo.
Caía al poco de mi propio vicio y penuria.
Desolación, sentimiento de tristeza y rabia.
Y un pensamiento de derrota recorría mi cabeza entonces.
La impotencia era sobrecogedora, ya no había nada que hacer, nada que lo pudiera remediar.
La hora había llegado ya no había vuelta atrás.
Porque, una vez que se escapa, la oportunidad no vuelve más.

Y otro más:

Por no atropellar al perro, choqué contra la farola. Una mujer muy alta gritó.
Yo sentía un fuerte dolor en la cabeza, en parte por el golpe, pero también por el chillido.
Ese sonido que seguía resonando en mis oídos, retumbando en mi cabeza, que ya no sentía el golpe, sólo retenía el eco.
Ese sonido ensordecedor que me bloquea los oídos y la mente. 
¿Por qué? Me pregunto, pero no se me ocurren las palabras. al girarme, de pronto el cadáver ya no estaba ahí, pero las manchas en la alfombra seguían ahí. 
Al girarme de nuevo estaba en la ventana de la cocina sentado en el bordillo con la mano encima de tu planta. 
Horror: el perro en la moqueta y yo a punto de suicidarme. ¿Estaba loco?

Citas selectas, Diario de Ana Frank

(...) al final termino volviendo a mi corazón, con el lado malo hacia fuera y el bueno hacia dentro, buscando siempre la manera de ser como de verdad me gustaría ser y como podría ser…si no hubira otra gente en este mundo. (Elisa)

Cuando él está recostado con la cabeza en mis brazos y los ojos cerrados, es aún un niño. Cuando juega con Mouschi o habla de él, está lleno de amor. Cuando carga patatas o alguna otra cosa pesada, está lleno de fuerza. Cuando se pone a mirar los disparos o los ladrones en la oscuridad, está lleno de valor, y cuando hace las cosas con torpeza y falto de habilidad, está lleno de ternura. Me gusta mucho más que él me explique alguna cosa, y que no le tengo que enseñar algo yo. ¡Cuánto me gustaría que fuera superior a mí en casi todo! (Fani)

De todos modos, he aprendido una cosa, y es lo siguiente: a la gente no se la conoce bien hasta que no se ha tenido una verdadera pelea con ella. (Álvaro)

Diario de Ana Frank II


Hubo quien no se emocionó demasiado con Ana Frank. Raro, ¿no? Pero es que compartir hace que apreciemos cosas en las que quizá no nos habíamos fijado, como la valentía de Ana, lo bien que llegó a escribir o lo bonita que es en una época la relación con Peter.
Algunos pensamos tras haber leído el libro que sí puede que la mano censora del padre, Pim, se haya encargado de eliminar algunos pasajes, porque, sobre todo en la relación con Peter, parece que faltaran partes.
Sentimos mucha pena por Ana y por todos los millones de personas que murieron en la locura del Holocausto. Conocer es comprender y amar y parece dificil que las cosas lleguen a semejantes extremos. Pero sabemos que sí, llegan, y por eso tenemos que cuidar nuestra sociedad.

"Mientras existan este sol y este cielo tan despejado, y pueda yo verlo", pensé, "no podré estar triste".


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